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Magia y ciencia.
Otros autores, por su
parte, intentan hallar un paralelismo semejante entre Magia (u Ocultismo) y
Ciencia, un paralelismo que se intenta hacer patente ya en el propio nombre
de "Ciencias Ocultas". Es evidente que en muchas ocasiones ambos caminos -el
de la Magia y el de la Ciencia- se han cruzado, y que en determinadas épocas
el florecimiento científico nació evidentemente de la Magia, como nació, por
ejemplo, la Química de la Alquimia. Incluso, en algunos períodos (como en el
Renacimiento y en el Romanticismo), llegó a considerarse a la Magia como la
"ciencia suprema".
Pero, ¿lo es
realmente?
En absoluto: no. Hay,
entre ambos conceptos, un inmenso abismo de base. En principio, la Ciencia
es racional: todo lo mide y lo pesa, el tiempo y el espacio no son solamente
conceptos sino realidades fijas e inamovibles que rigen todo nuestro mundo.
Y a estas realidades debe ceñirse todo para ella... y todo lo que no pueda
serlo, todo lo que no pueda ser medido, pesado o catalogado debe ser
desechado como imposible o falso.
La Magia, por el
contrario, es irracional. La materia, el tiempo y el espacio son para ella
realidades a superar o a transformar. La Magia parte de principios afectivos
o espirituales (astrales son llamados comúnmente, aunque más adelante
veremos que son de muy diversas clases), principios no materiales, no
pertenecientes al mundo físico sino a una categoría muy superior, y capaces
de actuar sobre este mundo físico superando o prescindiendo de la ciencia.
Para la Magia nada es imposible , nada hay ilógico. No existe tiempo ni
espacio. Todo es, o todo puede ser.

Las correspondencias del macrocosmos con el hombre: la cabeza corresponde
a la esfera de Dios, mientras el torso corresponde a la esfera de la vida
o éter, y el vientre a la esfera de la materia -Agua, Tierra, Aire y
Fuego-, sede de todas las transformaciones.
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