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La cábala, la alquimia, la astrología.
Extraída de la antigua tradición judía, la cábala constituirá, a lo largo de
los siglos XV y XVI, el principal Renacimiento dentro de la Magia, ya que
apartará por completo al mago de las prácticas comunes de brujería y
hechicería (el cabalista es un mago "puro", y por ello no podrá realizar
jamás magia negra, ya que trabaja siempre en el temor de Dios), buscando,
más que objetivos materiales, la espiritualidad. Basada esencialmente en la
simbología de los números, y en su correspondencia con las letras del
alfabeto hebreo, la cábala constituirá el fundamento de toda la Alta Magia
contemporánea. Tendrá, durante todo el Renacimiento, sus brillantes
partidarios y defensores: Dante la usará abundantemente en su "Divina
Comedia", en donde las cifras cabalísticas 3, 6, 9 y 10 son usadas
frecuentemente; Raimundo Lulio basará en ella toda su filosofía, Pico de la
Mirándola será uno de sus principales defensores y divulgadores. Pero la
máxima figura de este tiempo será Parecelso (cuyo verdadero nombre es
Teofrasto Bompast von Hohenheim), el cual, además de ser un famoso médico,
precursor de la medicina racional y descubridor del magnetismo animal y de
la homeopatía, fue también uno de los mayores y más célebres alquimistas de
su tiempo.
La
Alquimia: nos adentramos, con ella, en la segunda Gran arte Mágica del
Renacimiento (tocada ya en un tema monográfico), la más pública de las artes
mágicas de aquel tiempo. Aunque alcance su máximo esplendor en los siglos XV
y XVI, los primeros alquimistas se encuentran ya en el siglo XII, y su
huella se prolongará hasta el siglo XVII, donde la llegada del racionalismo
(y también los constantes fracasos de algunos alquimistas en su búsqueda de
la piedra filosofal) la harán desmoronarse en sus cimientos. La finalidad
última de la Alquimia, sin embargo, y en contra de lo que cree mucha gente
(incluso algunos alquimistas) no es el trastocar los metales en oro, sino
buscar, por medio del complicado ritual del proceso alquimista, la
autoperfección del ejecutante. Es por ello, por ser su finalidad última más
espiritual que física, que la verdadera alquimia ha sido siempre protegida e
incluso practicada por reyes e incluso papas, en un tiempo en que la
Inquisición condenaba a la hoguera a brujos y hechiceros, mientras que los
alquimistas eran considerados como sabios. Y, entre los alquimistas más
célebres de aquel tiempo hay hasta religiosos, como Alberto el Grande, e
incluso santos, como Tomás de Aquino.
La
astrología, finalmente, es la única ciencia mágica cuya popularidad se ha
mantenido invariable a lo largo de todos los tiempos, desde la más remota
antigüedad hasta nuestros días... tal vez debido al hecho de ser la menos
esotérica y la más pública de todas las artes mágicas. En el siglo XVI la
astrología sufre un gran renacer en Italia, que se extenderá muy pronto por
toda Europa. Los astrólogos son considerados como profesionales, no se
ocultan como otros magos, sino que por el contrario hacen públicas y
evidentes sus predicciones, gozan del favor y de la protección de los
grandes prohombres y de los reyes, y discuten encarnizadamente entre sí sus
teorías, que son consideradas como teorías científicas, ya que la
astrología, en el Renacimiento, constituye una ciencia paralela a la
astronomía y al mismo nivel que la medicina o la física. Uno de los
personajes más célebres en esta época será Nostradamus, aunque para muchos
Nostradamus sea, más que un astrólogo, un vidente...

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