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LA MADUREZ
En
el camino de la evolución espiritual, cada vez necesitamos menos de las
alabanzas y la atención de los demás para sentir respeto por nosotros
mismos. Cuanto más compasivos y menos egoístas se hacen nuestros
pensamientos, mayor es la satisfacción que sentimos con nosotros mismos
y con nuestra vida. Nos relacionamos más fácilmente con los demás, y no
necesitamos atraer su atención con nuestros éxitos ni agobiarlos con
nuestros problemas.
Un signo de falta de madurez es la queja. Cuando nos quejamos acerca de
lo que sucede, acerca de uno mismo, acerca de los demás, esta actitud de
queja denota una falta de madurez. Falta de madurez quiere decir que soy
incapaz de aprender, no estoy aprendiendo de las experiencias, no me
estoy desarrollando ni creciendo, permanezco donde estoy. Cuando hay
inmadurez, la persona mantiene diversos tipos de dependencia hacia los
demás, lo cual genera muchas expectativas. ¿Pedimos cooperación o
creamos cooperación? Es algo muy diferente. Cuando somos inmaduros lo
que hacemos es pedir y tener expectativas. Cuando hay madurez entendemos
que tenemos que crear las condiciones para que se dé la cooperación.
Tenemos que dar respeto genuino a los demás. No simplemente ser amables
con ellos cuando les necesito. Eso es un signo inequívoco de la
inmadurez. La madurez es una consecuencia de la madurez emocional.
La madurez emocional
La madurez emocional es un estado de sabiduría, estabilidad y desapego.
El arte y la habilidad de la observación desapegada nos permiten
aprender importantes lecciones acerca de nosotros mismos y acerca de las
relaciones interpersonales, lecciones que son esenciales para progresar
en la vida, social y profesionalmente, así como psicológica y
emocionalmente. La madurez emocional reside en la habilidad de
interactuar con base al amor espiritual. Somos fuertes pero no ásperos,
resistentes pero no insensibles. La madurez emocional es el estado
interno cultivado y desarrollado en el que la energía del alma circula
libremente, no hay bloqueos emocionales ni pérdidas de energía. Madurez
emocional significa comprender nuestras tendencias profundas, conocer
nuestras fortalezas y debilidades y tratar con ellas. De esta forma
nuestras debilidades no se convierten en un impedimento o fuente de
sufrimiento o pesar, y nuestras fortalezas no se convierten en una
fuente de arrogancia.
La madurez emocional se adquiere a lo largo del tiempo a través de la
interacción con las personas y a través de la participación con grupos
de personas en diversos proyectos. Excepto en casos inusuales, no es
posible volverse emocionalmente maduro desde el aislamiento. Una
combinación de meditación, estudio, desarrollo de habilidades y servicio
para el beneficio de los demás ayudan en cada paso del proceso de
maduración. Todos los elementos de nuestra vida, los encuentros,
actividades y experiencias que tenemos (tanto agradables como
desagradables) ofrecen oportunidades para desarrollar la madurez
emocional. Si hemos integrado la fortaleza interna en nuestro ser, nos
ponemos a la altura de los retos, trascendemos nuestras limitaciones y
damos pasos hacia delante en el viaje de nuestra vida. Si no tenemos
fortaleza interior esos retos pueden debilitarnos o forzarnos a
reaccionar con acciones erróneas o desesperadas, con deshonestidad e
incluso con agresividad. La madurez emocional se revela a través de las
muchas victorias que conducen al sentimiento de libertad interior.

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