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La ingestión de animales
El esquema alimentario occidental desaprovecha y esquilma la tierra, el
agua, el aire y la energía. La producción comercial de carne alimenta a
pocas personas a expensas de otras muchas. El grano que podría nutrir
directamente al ser humano se utiliza para alimentar animales. Los cadáveres
de éstos sólo devuelven cuando se ingieren un pequeña fracción de las
proteínas que recibieron. Para producir 1 Kg. de carne de ganado bovino se
precisan 16 Kg. de pienso compuesto a base de cereales y soja. Los 15 Kg.
restantes se emplean en los procesos energéticos del animal, en la formación
de las partes no comestibles de éste o se pierden formando parte de los
excrementos.
Para apreciar
lo poco nutritivos que son los animales, incluso como suministradores de
proteínas, hay que compararlos con las plantas. Una hectárea de terreno
cultivado produce cinco veces más proteína que si se destina a la producción
de carne. Si en lugar de cereales se planta en él legumbres –guisantes,
judías o lentejas- lo que, la relación es de 10 a 1, y si se trata de
verduras es todavía mayor: 15 a 1. Estas cifras son aproximadas y por
término medio. Si consideramos las diferentes plantas, individualmente, los
resultados pueden ser mejores. Así, por ejemplo, una hectárea de terreno
cultivado con espinacas puede llegar a producir hasta veinte veces más
proteínas de las que nos podría suministrar una vaca que se alimentara de
ella.
La
mayor parte de los expertos en política alimentaria proponen una reducción
drástica de la producción y del consumo global de la carne. La alimentación
de la población no podrá depender, en un futuro próximo, de la carne. Pero
no es necesario esperar para ver los efectos del hambre, pues en la
actualidad dos terceras partes de la humanidad se encuentra subalimentada.
¿Qué sucedería
si nadie ingiriera animales? A algunos les podría parecer un desastre. Pero
hagamos números. Si dividimos toda la tierra que se puede arar en el mundo
entre el número total de habitantes, a cada persona le correspondería media
hectárea de tierra cultivable.
Para conseguir
un solo Kilo de carne se necesitan 16 Kg. de alimento si se trata de un
buey, 6 si es un cerdo, 4 si es un pavo y 3 si es un pollo. La producción de
leche requiere aproximadamente un Kg. de pienso por litro. Si en la media
hectárea hemos decidido criar un buey de 400 Kg. de peso, conseguiremos 160
Kg. de carne, pero sin poder plantar nada más en el terreno mientras viva el
buey.
Quien centra
su dieta en la carne para conseguir 2.500 calorías requiere una hectárea y
media de terreno destinado a ganado. Si la misma persona basa su dieta en
trigo, podrá alimentarse con la octava parte de una hectárea. Media hectárea
cultivada con arroz y legumbres puede dar de comer a seis personas.
Pero se pueden
obtener resultados todavía más sorprendentes si el ser humano consume las
semillas germinadas. Los granos de los cereales y de las leguminosas son
alimentos concentrados que, por su bajo porcentaje en agua y su riqueza en
almidón y proteínas no se consumen crudos. La alternativa a la cocción de
estos granos es la germinación. Por ejemplo, con el trigo necesario para
nutrir a una persona con carne se puede alimentar a siete personas con pan,
pero si se germinan las semillas se pueden alimentar a más de veinte
personas.
Las personas que viven en
países subdesarrollados no pueden permitirse el lujo de alimentar ganado con
los cereales que cosechan. En EEUU, en cambio, el 90 % de la cosecha de
cereales -maíz, centeno, avena y soja-, descartando las exportaciones, se
destina a la fabricación de piensos para el consumo animal. El consumidor de
carnes norteamericano utiliza como promedio cinco veces más recursos
alimenticios que el colombiano, el indio o el nigeriano medio. La producción
de la mitad del suelo cultivable de los EEUU se destina a consumo animal.
Los países desarrollados, con sólo un tercio de la población mundial,
utilizan el 75 % del pescado capturado en el mundo. La mayor parte sirve
para fabricar piensos para ganado. Un tercio de la población africana de
cacahuetes se utiliza para alimentar ganado en los países europeos del Este.
Los EEUU importan carne de
vacuno, que proviene fundamentalmente de América Central, en cantidades
equivalentes al consumo anual total de muchos países desarrollados, aunque
la cifra total de estas importaciones constituye sólo la séptima parte del
consumo de carne vacuno en EEUU. Si nos imaginamos que estamos en un comedor
ante un filete de 150 g y que hay 50 personas, cada una de ellas con un
cuenco vacío, el coste alimenticio de nuestro filete hubiera podido llenar
los cincuenta cuencos con cereales.
La desequilibrada distribución
de alimentos no es el único problema desencadenado por las industria
cárnicas. Tres recursos básicos están disminuyendo en todo el planeta:
tierra, abonos y agua. La producción de carne no sólo esquilma los dos
primeros, sino que despilfarra grandes cantidades de agua. Un huerto utiliza
1.300 litros de agua diariamente para producir el alimento de una persona
vegetariana. La dieta occidental media consume en cambio 10.000 litros
diarios para alimentar únicamente a una persona. Producir un Kilo ce carne
nos cuesta a la humanidad veinticinco veces más en recursos que el mismo
Kilo de vegetales. La producción comercial de carne agota los recursos de
agua. Además, los desperdicios de las granjas animales son vertidos
directamente a los ríos. La producción de carne crea, así, diez veces más
contaminación que las zonas residenciales y tres veces más que las
industriales.
Si todas las
reservas mundiales de petróleo se destinasen a la producción de alimentos, y
no se gastara nada en transporte ni calefacción, para alimentar a todos los
habitantes con la dieta típica occidental nos quedaríamos sin petróleo en
trece años.
También se
debe tener en cuenta que se consumen grandes cantidades de gas natural y
petróleo para producir los fertilizantes empleados en la producción de
cereales para pienso. Cultivar una hectárea de maíz puede consumir más de
600 litros de gasoil. Si se utiliza abono orgánico en lugar del químico se
ahorra más de la mitad. Si este maíz se destina a consumo animal, el
despilfarro es evidente. La conclusión es que podemos ahorrar mucha energía
desde nuestro comedor.
Tampoco
creamos que los océanos van a aportar una solución rápida a los problemas
alimentarios. Para beneficiar nutritivamente a la población mundial el
volumen de pesca debería aumentar seis veces. Y ya en estos momentos, debido
en parte a la contaminación y al exceso de pesca pues la mayor parte de los
océanos han sido diezmados, las capturas declinan. Del volumen mundial de
capturas, una tercera parte se destina al alimento de animales.
Algunos
expertos opinan que se debe aumentar la producción de carne en los países
subdesarrollados. Estos aumentos de producción no significan
obligatoriamente un aumento de consumo por los hambrientos del país. Por
ejemplo, la producción de carne en América Central es actualmente mayor que
nunca, pero la mayor parte de esta carne se consume en restaurantes de EEUU.
Brasil es el tercer país ganadero del mundo –los dos primeros son EEUU y la
antigua URSS-, pero la mayor parte de su carne se exporta, mientras sus
habitantes la compran a unos precios altísimos, asequibles tan sólo a los
ricos.
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