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DIGITOPUNTURA
En 1913, un médico norteamericano, William Fitzgerald, publicó un libro
titulado Zone Therapy. En esta obra, el cuerpo humano aparecía
dividido en diez zonas longitudinales, cinco a cada lado, que iban desde la
cabeza hasta los dedos de las manos y los pies. El doctor Fitzgerald
localizó en estas zonas unos puntos muy precisos que eran sumamente
sensibles (e incluso dolorosos) cuando se les aplicaba una presión. Sostuvo
que presionando determinados puntos de los dedos de las manos y los pies se
podían aliviar los dolores de ciertas partes del cuerpo situadas en la misma
zona.
En
los años treinta, Eunice Ingham, fisioterapeuta norteamericana, combinó sus
conocimientos de las técnicas terapéuticas chinas, que emplean la presión y
el masaje de ciertas áreas del organismo, con el trabajo sobre las zonas del
cuerpo del doctor Fitzgerald, y desarrolló una técnica para la recuperación
física que concentra la energía del cuerpo con fines terapéuticos. Al
aplicar esta técnica a sus pacientes, Ingham descubrió que los pies
respondían mejor que las manos al tratamiento, que tiene por objeto una
mejora global del funcionamiento del organismo. Con el tiempo trazó mapas de
los pies en los que aparecían las zonas y los puntos de presión de todo el
cuerpo. Antes de su muerte, acaecida en 1974, su infatigable trabajo y
entusiasmo se vieron recompensados al ser reconocida la reflexología,
palabra con la que se conoce la técnica que inventó, como una ciencia.
La
terapia zonal, los masajes de los pies, la reflexología y la digitopuntura
trabajan con los mismos principios que la acupuntura, la antigua terapia
china que se basa en la creencia de que las enfermedades son causadas por un
desequilibrio de la energía. En la acupuntura, determinados puntos del
cuerpo son estimulados mediante agujas, de manera que la energía bloqueada
es liberada y dispersada.
En vez de emplear agujas, la digitopuntura usa técnicas de presión con los
dedos para deshacer los bloques de energía y los depósitos de calcio que en
situaciones de estrés se acumulan en el tejido muscular. La presión con los
dedos es un método simple, seguro y extremadamente eficaz para relajar y
liberar estos bloques.
En la
actualidad, los reflexólogos trabajan principalmente con los pies (y algunas
veces con las manos y otros puntos -meridianos- del cuerpo), aplicando una
presión constante y profunda con el pulgar o el índice sobre un área que
comprende casi todo el pie y parte del tobillo. Al localizar un punto
sensible en el pie, el reflexólogo puede determinar en qué parte del cuerpo
existe un problema. Por regla general, la intensidad del dolor está en
relación directa con la magnitud y duración del problema. Cuando se produce
una mejoría de las funciones corporales, el punto sensible del pie deja de
doler.
La
reflexología hace maravillas con los pies. Puede utilizar técnica en usted
mismo o trabajar en los pies de otra persona. Puede hacerse en casa o en la
oficina. Un rápido masaje de diez minutos revitaliza el nivel de energía y
le indica qué zonas del cuerpo no son tan productivas como debieran serlo.
El mapa de reflexología que se incluye en este tema señala los diferentes
puntos de los pies y los órganos que se corresponden con ellos.
El
masaje podal
Cuando trabaje en sus propios pies, siéntese en una postura cómoda, con el
pie derecho apoyado sobre la rodilla izquierda (puede empezar con el otro
pie, si así lo desea). Si está trabajando en los pies de otra persona, haga
que se siente cómodamente en un sofá o en el suelo, con las piernas
estiradas y los pies rectos. Asegúrese de que tanto usted como la otra
persona están cómodos. Sostenga el pie con una mano y utilice el pulgar o el
índice de la otra para aplicar una presión constante, haciendo un movimiento
circular. Puede utilizar polvos de talco para absorber la humedad de las
manos y los pies. Comience aplicando la presión en la parte superior, los
lados, la punta y la parte inferior del dedo gordo. Trabaje la planta del
pie hasta llegar al talón.
Dé un
masaje general a todo el pie, masajeando con los pulgares, y note los puntos
sensibles. Si se experimenta dolor en un área determinada, es señal de que
la zona correspondiente del cuerpo no está funcionando de manera correcta y
conviene corregir la anomalía (consulte el mapa de reflexología para ver las
zonas correspondientes).
Observe el rostro de la persona en cuyos pies está trabajando para descubrir
señales de dolor intenso o de simple incomodidad. Reduzca la presión si hay
mucho dolor, pero fíjese en los puntos dolorosos. Cuando haya terminado de
trabajar los dos pies, repita el masaje brevemente, para liberar los nudos
de los músculos. Si un punto resulta muy doloroso, dé un masaje en el área
circundante. Recuerde que hay que trabajar suavemente. El masaje excesivo
sobre estos puntos dolorosos puede ser contraproducente y más perjudicial
que beneficioso. Sin embargo, puede trabajar estos puntos en la próxima
sesión de masaje. Vuelva a los dedos del pie y trabaje el resto del pie
hacia el talón. A continuación, trabaje la parte superior del pie. Mientras
realiza el masaje, no olvide fijarse bien en los puntos dolorosos. Puede
acabar la sesión masajeando y frotando todo el pie y el área del tobillo.
NOTA:
Por razones higiénicas, lávese las manos después de dar un masaje en los
pies, aunque sean los suyos. Puede regalar una sesión de reflexiología de
diez minutos, media hora o más a un amigo/a. O regalársela a usted mismo. Un
buen masaje de pies pone una sonrisa de oreja a oreja en el rostro de
cualquier persona, tanto de la que lo da como la que lo recibe.
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