Estamos
interesados no sólo en el cultivo de la mente y en el despertar de la
sensibilidad emocional, sino también en un cabal desarrollo físico, y a esto
debemos dedicar una atención considerable. Porque si el cuerpo no es sano,
vital, distorsionará inevitablemente el pensamiento y contribuirá a la
insensibilidad. Esto es tan obvio que no necesitamos examinarlo en detalle.
Es necesario que el cuerpo goce de una excelente salud, que se le
proporcione la clase apropiada de alimentación y duerma lo suficiente.
Si los sentidos no están alerta, el cuerpo impedirá el desarrollo total del
ser humano. Para tener gracia en los movimientos y un control bien
equilibrado de los músculos, tienen que haber diversas formas de ejercicios,
danzas y juegos. Un cuerpo que no se conserva limpio, que es descuidado y no
se mantiene en una postura correcta, no conduce a la sensibilidad de la
mente y de las emociones. El cuerpo es el instrumento de la mente; pero el
cuerpo, las emociones y la mente componen el ser humano total. A menos que
estos tres aspectos vivan armoniosamente, el conflicto es inevitable.
El conflicto contribuye a la inestabilidad. La mente puede dominar el cuerpo
y reprimir los sentidos, pero debido a eso torna el cuerpo insensible; y un
cuerpo insensible se convierte en un obstáculo para el vuelo pleno de la
mente. La mortificación del cuerpo no conduce en absoluto a la
búsqueda de niveles más profundos de conciencia; y esto sólo es posible
cuando la mente, las emociones y el cuerpo no se contradicen entre sí sino
que están integrados, operan al unísono sin esfuerzo alguno, sin ser
dirigidos por ninguna creencia, por ningún concepto o ideal.