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LA
CONSCIENCIA SE ENCUENTRA FUERA DEL TIEMPO
La consciencia, la verdad o la comprensión nos llega como un destello, y ese
destello no tiene continuidad, no está dentro del campo del tiempo. La
comprensión es fresca, instantánea, no es la continuidad de algo que ha
sido. Lo que ha sido no puede traernos comprensión. En tanto estemos
buscando continuidad, seguridad, deseando permanencia en la relación, en el
amor, anhelando encontrar paz duradera y todo eso, estamos persiguiendo algo
que se halla dentro del campo del tiempo. Por lo tanto, no pertenece a lo
intemporal.
Vivimos en un conflicto entre lo que es y “lo que debería ser”. “Lo que
debería ser” es una idea, y la idea es ficticia, no es realidad. “Lo que es”
es el hecho, la verdad, y puede ser cambiado únicamente cuando comprendemos
el desorden que el tiempo crea. El tiempo crea desorden y dolor, porque para
movernos de lo que es a “lo que debería ser” necesitamos tiempo. Tenemos
miedo, pero un día dejaremos de tenerlo –al menos así pensamos-. El tiempo
también implica esfuerzo en ese querer llegar a lo que “deberíamos ser”.
Es imposible liberarnos del sufrimiento o de nuestros defectos mediante el
tiempo. Si permitimos que nuestras carencias y defectos continúen crearemos
desorden en la Vida. Necesitamos ver que el tiempo es un elemento de
desorden y no un medio para liberarnos finalmente de nuestras carencias. Es
preciso que veamos que no existe un proceso gradual para desembarazarnos de
nuestro ego. No existe un proceso gradual para librarnos del veneno del
miedo, del nacionalismo, de la crueldad o de la lujuria. Si somos
nacionalistas y decimos que a la larga llegaremos a la hermandad humana, en
el intervalo habrán guerras, odios, desdicha, existirá toda esa espantosa
división entre los seres humanos. El tiempo seguirá creando desorden.
Imaginemos que en nuestro cuarto de baño tenemos un frasco con el nombre
rotulado de “veneno”, y sabemos que es veneno. Nos cuidamos mucho de tocar
ese frasco, aún en la oscuridad, y siempre estamos atentos a él. No nos
preguntamos a cómo nos mantendremos alejados o cómo estaremos atentos a ese
frasco. Sabemos que es veneno y sólo por esa razón estamos tremendamente
atentos a él. De la misma manera debemos darnos cuenta de la realidad de la
Vida, de la verdad para, sin necesidad de la actividad de la mente, del
pensamiento o de la creencia, obrar de una manera adecuada.
En tanto estemos pensando desde el punto de vista del tiempo, tiene que
haber miedo a la muerte. Muchos pensamos que hemos aprendido, pero no hemos
encontrado lo supremo, y antes de morir tenemos que encontrarlo. Necesitamos
tiempo, antes que llegue la muerte, para eliminar nuestros defectos. Todo
nuestro pensar se basa en el tiempo. Nuestro pensar es lo conocido, el
resultado de lo conocido, y lo conocido se encuentra dentro del tiempo. Y
con esa mente estamos tratando de descubrir lo intemporal, de descubrir qué
es estar más allá del tiempo, lo cual es una búsqueda vana, sin sentido,
excepto para filósofos, teóricos y especuladores. Si queremos encontrar la
verdad, no mañana, sino de hecho, directamente, el ego, que está siempre
acumulando, luchando y otorgándose una continuidad por medio de la memoria,
ese ego debe terminar de continuar. Morir mientras estamos vivos, no perder
artificialmente la memoria, lo cual es amnesia, sino realmente cesar de
acumular por medio de la memoria y, de tal modo, dejar de dar continuidad al
ego.
Aún viviendo en este mundo, que es del tiempo, nos es posible originar, sin
ninguna forma de compulsión, un estado en el que no estén separados el
experimentador y lo experimentado. En tanto exista el experimentador, el
observador, el pensador, tiene que haber miedo de terminar y, por ello,
miedo a la muerte. Es posible conocer todo ello, darnos cuenta del
significado completo de la continuidad y del tiempo, y la inutilidad de esta
búsqueda para encontrar, por medio del tiempo, aquello que está más allá del
tiempo. Si nos podemos dar cuenta de todo ello surgirá una vida que será una
creatividad totalmente fuera del tiempo.
Puede haber una clase total y completamente distinta de tiempo. Nosotros
sólo conocemos dos tipos de tiempo, el físico y el psicológico, y estamos
atrapados en los dos. Debemos aceptar el tiempo físico, lo necesitamos, por
ejemplo, para tomar el autobús o para aprender un idioma. Pero si rechazamos
por completo el tiempo psicológico daremos con un tiempo que es algo
totalmente distinto, con un tiempo que no está relacionado con ninguno de
los otros dos. Entonces el tiempo no es desorden, sino un orden, un estado
del ser extraordinario. |
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