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La comprensión del
inconsciente.
Al intentar producir un desarrollo total del ser humano, es obvio que
debemos tomar muy en consideración la mente inconsciente al igual que la
consciente. El simple educar la mente consciente sin comprender la
inconsciente genera contradicción interna en las vidas humanas, con todas
sus frustraciones y desdichas.
La mente oculta es mucho más vital que la superficial. La mayoría de los
educadores se interesa solamente en transmitir información o conocimientos
a la mente superficial, preparándola para conseguir un empleo y ajustarse
a la sociedad. De ese modo jamás tocamos la mente oculta. Todo lo que hace
la así llamada educación es superponer una capa de conocimiento y técnica
y proveer cierta capacidad para que nos amoldemos al medio.
La mente oculta es mucho más poderosa que la mente superficial, por bien
educados que estemos y por más capaces que seamos de ajustamos al medio; y
no se trata de algo misterioso. La mente oculta o inconsciente es la
depositaría de la memoria racial. La religión, la superstición, el
símbolo, las tradiciones peculiares de una raza determinada, la influencia
de la literatura tanto sagrada como profana, de las aspiraciones, de las
frustraciones, de los hábitos y de las diversidades de alimentación, todo
eso está arraigado en el inconsciente.
Los deseos manifiestos y los deseos secretos con sus motivaciones,
esperanzas y temores, sus sufrimientos y placeres, y las creencias
alimentadas por el impulso de seguridad que se traduce de múltiples
maneras, estas cosas también están contenidas en la mente oculta, la cual
no sólo posee esta capacidad extraordinaria de contener el pasado
residual, sino que también es capaz de influir sobre el futuro.
Las insinuaciones de todo esto se transmiten a la mente superficial por
medio de los sueños y de varias otras maneras, cuando esa mente no está
ocupada en su totalidad con los sucesos cotidianos.
La mente oculta no tiene nada de sagrado y no hay en ella nada que deba
temerse, ni tampoco requiere un especialista para que la exponga a la
mente superficial. Pero a causa del enorme poder de la mente oculta, la
superficial no puede habérselas con ella como quisiera. La mente
superficial es, en gran medida, impotente en relación con su propia parte
oculta.
Por mucho que trate de dominar, moldear, controlar lo oculto, apenas si
puede, a causa de sus exigencias y actividades sociales, arañar la
superficie de lo oculto; y entonces hay entre ambas mentes una hendidura,
una contradicción. Tratamos de tender un puente sobre este abismo mediante
la disciplina, mediante prácticas diversas, sanciones y demás, pero no es
posible lograrlo de ese modo.
La mente consciente está ocupada con lo inmediato, el limitado presente,
mientras que la inconsciente está bajo el peso de los siglos y no puede
ser reprimida o desviada de su curso por una necesidad inmediata. Lo
inconsciente tiene la cualidad del tiempo profundo, y la mente consciente,
con su cultura recién adquirida, no puede habérselas con ello conforme a
sus urgencias pasajeras.
Para erradicar la contradicción interna, la mente superficial tiene que
comprender este hecho y permanecer tranquila -lo cual no implica dar
oportunidad a los innumerables impulsos de lo oculto. Cuando no hay
resistencias entre lo manifiesto y lo oculto, entonces lo oculto, a causa
de que tiene la paciencia del tiempo, no invadirá lo inmediato.
La mente oculta, inexplorada y no comprendida, con su parte superficial
que ha sido "educada", entra en contacto con los retos y las exigencias
del presente inmediato. Puede que lo superficial responda al reto
adecuadamente, pero a causa de que hay contradicción entre lo superficial
y lo oculto, cualquier experiencia de lo superficial sólo incrementa el
conflicto con lo oculto. Esto produce más experiencias aún, ampliando así
el abismo entre el presente y el pasado. La mente superficial, al
experimentar lo externo sin comprender lo interno, lo oculto, sólo
ocasiona un conflicto más vasto y profundo.
La experiencia no libera ni enriquece a la mente, como por lo general
pensamos que hace. En tanto la experiencia fortalezca al experimentador,
tiene que haber un conflicto. Al tener experiencias, una mente
condicionada sólo refuerza su condicionamiento y así perpetúa la
contradicción y la desdicha. Sólo para la mente que es capaz de comprender
en totalidad sus propios comportamientos, la experiencia puede ser un
factor de liberación.
Una vez que se perciben y comprenden los poderes y las capacidades de las
múltiples capas de lo oculto, entonces los detalles pueden ser sabia e
inteligentemente investigados. Lo importante es la comprensión de lo
oculto y no la mera educación de la mente superficial a fin de que
adquiera conocimientos, por indispensables que sean. Esta comprensión de
lo oculto libera del conflicto a la mente total, y sólo entonces hay
inteligencia.
Tenemos que despertar la plena capacidad de la mente superficial que vive
en la actividad cotidiana y también tenemos que comprender lo oculto. En
la comprensión de lo oculto existe un vivir total en el que llega a su fin
la contradicción interna con su dolor y su felicidad alternantes. Es
esencial estar familiarizado con la mente oculta y percatarse de sus
operaciones; pero es igualmente importante no estar ocupado con ella ni
darle una significación indebida.
Sólo cuando la mente comprende lo superficial y lo oculto puede ir más
allá de sus propias limitaciones y descubrir esa bendición que no
pertenece al tiempo. |
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