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COMPRENSIÓN
Toda relaci ón,
para que pueda establecerse con vínculos afectivos sanos y más perdurables,
debe basarse en la recíproca cooperación, mutua comprensión y tolerancia, y
hay que evitar contaminaciones que las desbaraten o perjudiquen, como los
reproches, exigencias desmesuradas y obsesiones, las acusaciones y faltas al
respeto. Cuanto más espiritual es una persona más se acepta a sí misma y
acepta a los otros, y no tiene necesidad de hinchar la propia imagen
idealizada ni la de los demás.
El ser humano, que puede
llegar a ser tan autocomplaciente consigo mismo, que tanto gusta de
alimentar la propia autoindulgencia con todo tipo de pretextos y
justificaciones, puede llegar a mostrarse extremadamente severo e implacable
con los dem ás.
Existe una tendencia en el ser humano a recriminar y culpabilizar a los
otros, a hacerles cargos y reproches. A veces se hace por un impulso
mecánico, otras por aliviar la propia responsabilidad o desplazarla, a veces
por hábito o, incluso, por herir. Uno puede llegara sentirse muy frustrado
cuando los demás no cumplen sus expectativas o no encajan en sus modelos;
entonces suele a estar pronto para saltar fácilmente al reproche y surge el
resentimiento. Todo ello ocurre porque no hay comprensión
y no se aceptan a las personas como son, como si se quisiera que los
semejantes carecieran de su identidad propia y fueran de acuerdo a los
propios patrones, deseos y expectativas.
Ponerse en lugar de los otros
es algo que hace comprender a los dem ás,
aceptarlos y asumirlos, apacigua las propias exigencias y reproches. Éstos,
muchas veces, no son más que el resultado de las propias carencias afectivas
que llevan a pensar, erróneamente, que los demás
deben resolverlas, cuando es uno mismo el que tiene que realizar un trabajo
espiritual e interior para irlas resolviendo.
Pero si es cierto que alguien
lesiona los propios intereses y es el responsable de ello, es necesario
revisar con lucidez y firmeza esa relaci ón
para modificarla, pues no es raro ver a muchas personas se encuentran al
alcance otras que le agreden y lesionan y que, en lugar de protegerse de
ellas, se limitan a culparlas sin hacer nada por cambiar esa relación
nociva.
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