CÓMO TRATAR LA IRA, EL ODIO Y EL ENFADO
La ira, el odio y el enfado son unas de las
perturbaciones mentales más comunes y destructivas que nos afectan casi
todos los días.
La ira es como un animal impetuoso que hemos de tener bien asido por
las bridas. Si cada uno recordamos alguna ocasión en que, sintiendo un
impulso de cólera, nos hayamos refrenado, y otro momento en que nos
hayamos dejado arrastrar por ella, comparando ambos episodios podremos
fácilmente sacar conclusiones interesantes. Basta pensar en cómo nos
hemos sentido después de haber dominado la ira y cómo nos hemos sentido
si nos ha dominado ella.
Para solucionar este problema de la ira, el
odio o el enfado lo primero que debemos hacer es reflexionar y reconocer
que nos perjudican tanto a nosotros mismos como a las demás personas.
También debemos considerar los beneficios que aporta el tener paciencia
con las dificultades.
Muchos buscan métodos para eliminarlos o
reducirlos, para evitar que vuelvan a surgir. Este no es el camino más
adecuado, pues quienes lo recorren no se dan cuenta de que todo lo que
ocurre en el campo de la consciencia de un ser humano es un libro lleno
de conocimiento... que debe abrir y leer. Hay que saber que si uno actúa
de manera ignorante, sin una comprensión profunda de la realidad, las
acciones que realiza son siempre la causa de ulteriores conflictos y
sufrimientos.
¿Qué son la ira, el odio, la malevolencia y
el enfado? Son una mente perturbada que observa un objeto animado o
inanimado, piensa que es desagradable, exagera sus malas cualidades y
desea perjudicarlo.
Por ejemplo, cuando alguien se enfada con
su pareja, le parece desagradable. Después, exagera sus malas cualidades
recordando todo lo que le disgusta de ella y olvidando su bondad, crea
en su mente la imagen de una persona exclusivamente llena de faltas.
Entonces, desea perjudicarla de algún modo, por ejemplo, criticándola o
despreciándola.
Puesto que estas imperfecciones están
basadas en una exageración y por lo tanto no se aprecia la verdad, la
persona o el objeto que la mente cree observar, en realidad, no existe.
Además, quien “mira” es una mente destructiva que no nos beneficia en
absoluto.
Después de comprender la naturaleza de esta
clase de perturbación y las desventajas de generarlas, debemos observar
nuestra mente con atención en todo momento para verlo en el momento que
surja.
La manera más apropiada para tratar estas
impurezas es vivir consciente y atentamente, ver como surgen, sin juzgar
ni condenar, y comprender las causas que los provocan. Estas
imperfecciones surgen siempre por unos motivos, y nuestro trabajo, en
esta escuela que es la vida cotidiana, radica en comprenderlos y
aprender. Entender esto es esencial.