|
CÓMO DESCUBRIR LA VERDAD DE UNO MISMO
Para hacer un poco de luz sobre este tema, para que cada uno pudiera
aclararse en este sentido, sería interesante que la persona se formulara una
especie de cuestionario, de test, para ver si realmente la vida espiritual
que hace es auténticamente vida espiritual. Las preguntas que proponemos son
las siguientes:
- ¿La vida
espiritual me hace realmente más fuerte y más activo en la vida diaria?,
o bien ¿me hace indiferente, me aleja, me quita impulso y decisión?
- ¿La vida
espiritual, en la vida diaria, me lleva más cerca de los demás, me hace
interesarme por ellos, hace que los comprenda mejor y los acepte mejor?
o, por el contrario, ¿me sirve para aislarme de los demás, para
sentirme lejos de ellos, o para considerarme como una especie de
aristócrata, como miembro de una casta especial superior, de una
categoría a la que los demás no pueden llegar?
- ¿La vida
espiritual me hace más sencillo, me hace sentir más próximo a los demás,
o, por contra, me aísla y me hace sentir superior?
- ¿En la vida
diaria, me hace sentirme realmente más sereno, más tranquilo, más
feliz? ¿Me hace sentirme más seguro y también más tranquilo en mis
iniciativas?
- ¿Me hace
realmente más independiente del éxito económico y del éxito social?
- ¿Me hace
realmente más fuerte en la desgracia, en la crítica y en el fracaso?
Una vida espiritual, aunque sea mínima, bien llevada, ha
de dar la respuesta afirmativa de todas esas preguntas, no solamente a
algunas, y dándonos cuenta que la respuesta se ha de referir a nuestro modo
de acción, de ser en la vida cotidiana, no a nuestros momentos de oración,
de aislamiento específicos.
La vida espiritual, cuando es auténtica, transforma
nuestro modo de ser y, por lo tanto, mi modo de manifestarnos. Así, pues, el
verdadero test de una vida espiritual hemos de encontrarlo en la vida
cotidiana.
|
|