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Clitoridectomía e
infibulación.
Una
costumbre en África determina que, antes de la pubertad, las mujeres han de
ser sometidas a lo que viene llamándose circuncisión femenina, pero que, en
realidad resulta ser una atroz mutilación ritual del clítoris. Actualmente
se supone que unas doscientos millones de mujeres de distintos países y
culturas - africanas, amerindias y asiáticas- han sido sometidas a la
clitoridectomía, acompañada muchas veces de la infibulación.
La
clitoridectomía consiste, sencillamente, en la extirpación cruenta del
clítoris, operación que, en la mayor parte de los casos es llevada a cabo
con ayuda de instrumentos rudimentarios - un casco roto de botella, el borde
afilado de una lata o una cuchilla- o por arrancamiento mediante un
imperdible.
La
infibulación, que en algunas culturas sigue indefectiblemente a la barbarie
anterior anteriormente descrita, consiste en el cosido y cerramiento casi
total, -salvo el mínimo indispensable para la evacuación de las necesidades
fisiológicas- de los labios mayores y menores de la vulva con diversos
materiales: fibras vegetales, alambre, hilo de pescar...
Las
consecuencias a corto plazo de tales manipulaciones son infecciones de todo
tipo o hemorragias que, dada la intensa vascularización de la zona, terminan
a veces con la muerte. Las consecuencias a largo plazo se derivan de la
retracción defectuosa de la piel, que ocasiona una peculiar manera de andar
-pasos cortos y rodillas próximas-, y sobre todo, la incapacidad física de
experimentar las sensaciones placenteras que surgen del contacto sexual.
En los países
islámicos se justifican los hechos aludiendo a la interpretación de algunos
pasajes del Corán. De ahí que los exegetas del texto se apresuraron a
especificar con todo detalle, desde la conveniencia moral hasta las
circunstancias mecánicas de la intervención. El encargado de la operación
puede ser el barbero del lugar que, momentos después podría emplear la misma
herramienta para esterilizar al ganado o para arreglar un par de sandalias.
En otras
culturas se considera al clítoris como un resto indeseable de la
personalidad masculina que ha de ser eliminado del cuerpo femenino. En estos
lugares, son las propias mujeres las que se encargan de extirpar el "cuerpo
extraño" en la niñas, coincidiendo con el momento de entrada de la pubertad.
En cuanto a
los aspectos sociales, en las culturas africanas, se ha producido respecto a
la clitoridectomía, un curioso fenómeno social, parecido al que pudiera
ocurrir en Occidente con el uso del tacón alto que, aún dañando tanto a la
columna vertebral como a la estructura del pie, es aceptado y considerado
como un factor estético deseable. El peculiar modo de caminar de una mujer
infibulada llega a ser considerado como un elemento estético y es
deliberadamente exagerado como podría serlo el contoneo de caderas de una
mujer occidental. Así, la mujer africana que no haya sufrido la mutilación,
posee pocas posibilidades de casarse o, al menos de lograr una integración
social completa. En estas sociedades, la clitoridectomía es asumida por las
propias mujeres como una característica normal de su entorno y aceptada como
la vía adecuada para insertarse en la sociedad.
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