LA CARNE, UN "ALIMENTO" QUE MATA. REFLEXIONES
Cada año se gastan miles de millones en
publicidad para promover el consumo de carne y sus derivados. Todos
hemos visto a esos adolescentes, con caras risueñas, mordiendo unos
perritos calientes y familias felices reunidas alrededor de una
barbacoa. En la televisión nunca se relacionan las hamburguesas con la
atmósfera horrible y macabra de los mataderos, sino con un mundo mágico
de jardines cultivados por unos amables payasos.
El mensaje que se desea transmitir es que
consumir carne es una actividad natural, sana y divertida. Lo que los
mensajes publicitarios no nos dicen es la cantidad de benzopireno
(carcinógeno causante de tumores de estómago y leucemias) que se ingiere
con cada kilo de carne de vaca preparada a la parrilla, equivalente a
fumarse 600 cigarrillos. Lo que la televisión no nos muestra son los
cadáveres de animales tan infectados con cánceres que no se pueden
vender directamente a los consumidores, debiendo previamente ser
transformados en comida para pasto de animales (aves, etc...), antes de
acabar en el plato de los consumidores. Tampoco nos informan de los
efectos devastadores de los antibióticos y las hormonas (tetraciclina,
penicilina, sulfamida, nitrofuranos, clem-buterol (somatotropina
bovina), BST, etc.), que contienen las carnes.
Según José María Mújica, portavoz de la
Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) "el uso de sustancias
ilegales para el engorde artificial del ganado vacuno es una práctica
habitual en España y no existe ningún tipo de control para evitarlo"; en
un estudio elaborado en la Unión Europea, sobre el uso de este tipo de
sustancias, el 36% de las muestras de hígado de vacuno analizadas en
España presentaban restos de esta sustancia ilegal, lo que nos convierte
en el país de la UE que más utiliza el clembuterol, un anabolizante que
puede causar graves intoxicaciones en el consumidor. Por otra parte, el
doctor José Prieto, catedrático de
Microbiología de la Universidad Complutense, dice que España -uno de los
países más afectados del mundo por la creciente resistencia bacteriana a
los antimicrobianos debido a un consumo excesivo- consume alrededor de
una tonelada diaria de antimicrobianos; pero como el 50% de toda la
producción de antibióticos se destina a los animales de granja, si se
suman los que se administran a los
animales y se consumen indirectamente, puede
llegarse a las dos toneladas diarias.
Esta fuente de ingresos tan considerable
para la industria farmacéutica impide que se adopten en España medidas
similares a las tomadas por Suecia en 1985. Nuestra salud se ve también
amenazada por el hecho de que el ser humano no tiene nada en común con
los animales carnívoros, cuyas mandíbulas, sin molares como los
nuestros, disponen de dientes puntiagudos que les permiten desgarrar la
carne. Su estómago produce una concentración de ácido clorhídrico diez
veces mayor que la del ser humano. Además, su sistema digestivo es tres
o cuatro veces más corto que el nuestro. Por lo cual, las toxinas de la
carne en estado de putrefacción –eliminadas rápidamente por los ácidos
gástricos de los animales carnívoros- son absorbidas por la sangre y
pueden causar enfermedades después de permanecer mucho tiempo en el
intestino.
Por otra parte, nuestro hígado
-relativamente más pequeño- está constantemente estresado debido a la
presencia de un nivel de ácido úrico más alto de lo normal. La
Organización Mundial de la Salud (OMS) y otras ONG’s aconsejan cambios
en la alimentación para prevenir las enfermedades del corazón,
consistentes en una disminución radical en el consumo de productos de
origen animal y un aumento en el consumo de frutas, verduras, legumbres
y cereales -estudios epidemiológicos como el realizado en el Centro
Alemán para la Investigación del Cáncer (DKFZ), de Heidelberg,
demuestran que las personas que llevan una dietaexclusivamente
vegetariana tienen menor tendencia a desarrollar ciertos tipos de cáncer
relacionados con la dieta-, pero estas necesarias recomendaciones chocan
con la censura de las industrias cárnicas y de productos lácteos que
presionan a los gobiernos, en defensa de sus intereses para que todo
siga igual.
Mientras unos prosperan, a expensas de
nuestra salud, con el aumento en el consumo de carne debido a las
campañas publicitarias engañosas, el número de enfermedades y de muertos
directamente relacionados con las enfermedades del corazón, cáncer de
colón, diabetes, leucemia, afecciones de hígado y riñón, etc.,también
crece. Lo triste y lamentable de tal situación es que ya existe una
solución preventiva y eficaz -sin ningún apoyo, institucional- que
implica un rechazo a la carne como alimento y la adopción de un estilo
de vida no violento y sano, basado en los principios del veganismo, que
permite vivir con salud y dejar vivir a los demás.