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La autonomía.

Una de las características que habitualmente definen a la persona de edad avanzada es su conducta de dependencia. Este comportamiento parece instaurarse como el rasgo que define la vejez. Por ello es necesario mantener o conseguir la independencia en la vida diaria.

Sin embargo la conducta dependiente es un fenómeno complejo que puede tener diferentes funciones para la persona mayor y que resulta preciso analizar detenidamente.


Los factores relacionados con la conducta dependiente.

La conducta dependiente es pedir o aceptar, activa o pasivamente, la ayuda de otros para satisfacer las necesidades físicas o psicológicas más allá del nivel necesario. La dependencia es un aspecto estructural de las relaciones y no un rasgo de personalidad, que se caracteriza por los siguientes aspectos:

1. Multidimensionalidad: la dependencia puede producirse en múltiples dominios (mental, físico, económico, o en una combinación de éstos) y puede evaluarse en distintos niveles (conductual, personal, situacional e interpersonal).

2. Multicausalidad: la dependencia no es necesariamente sinónimo de vejez. Es el resultado de distintos factores (estado biológico, situación sociocultural y económica y entorno). La ausencia de recursos socio-económicos juega un importante papel en términos de falta de una red social adecuada que proporcione el apoyo necesario. Asimismo, la presencia de determinados rasgos de personalidad, como la dependiente, contribuyen notablemente a la presencia de este tipo de conducta.

3. Multifuncionalidad: la dependencia puede tener múltiples funciones y metas. Aunque en general se considera como algo indeseable en nuestra sociedad, hay algunos momentos en los que tiene una importante función adaptativa. Por ejemplo, durante la infancia y la enfermedad la dependencia puede facilitar un crecimiento físico y psicológico saludable.

Entre los factores que pueden contribuir al desarrollo de una conducta dependiente podemos mencionar:


a) Condiciones físicas.

La falta de salud y la dependencia física son un antecedente de la conducta dependiente ya definida. Los problemas físicos en cuanto a la movilidad y la ausencia de fuerza son habituales en las personas de edad y tienen como efectos los accidentes y las caídas. Sin embargo, este declinar biológico puede prevenirse.

Surgen muchos beneficios del ejercicio físico. Promover la salud física mediante el ejercicio físico reduce la dependencia física que puede tener a su vez como consecuencia la conducta dependiente. Otro aspecto relacionado con la condición física es la enfermedad. La artritis, la osteoporosis y algunas enfermedades cardiovasculares están fuertemente asociadas con restricciones en la movilidad o con dolor crónico. Además, limitaciones sensoriales, especialmente la pérdida de la visión y de la audición, también se incrementan en la edad avanzada y contribuyen al desarrollo de ese tipo de conductas. Hasta hace muy poco tiempo se ha considerado la vejez como un proceso de declive y deterioro, lo cual puede incrementar la dependencia física.

Sin embargo, el conocimiento espiritual nos dice que la vejez es una etapa de la vida que forma parte del proceso de desarrollo del ser humano, que va desde la infancia hasta la edad adulta, y que como todas las demás etapas, incorpora tanto ganancias como pérdidas.


b) Condiciones psicológicas.

Los problemas de salud mental, especialmente la demencia y la depresión, pueden contribuir significativamente a limitaciones y a la dependencia. La enfermedad de Alzheimer es el tipo de demencia más común y que afecta a mayor número de personas mayores. La demencia se caracteriza por una disminución progresiva de las funciones cognitivas, atención, memoria, juicio y habilidades verbales, así como cambios en la conducta tales como un déficit en las habilidades de autocuidado.

Estos cambios físicos y mentales son los que más contribuyen a una vida de dependencia posterior. La depresión es otro de los problemas de salud mental más comunes en la edad avanzada y cuyos síntomas contribuyen de manera importante a desarrollar dependencias físicas y conductuales.


c) Condiciones contextuales.

En numerosas ocasiones, la conducta de dependencia está relacionada con los modelos sociales del entorno en el que la persona de edad se desenvuelve. La dependencia de la persona mayor es más el resultado de un contacto (un modelo de interacción y de atención social) que una necesidad.

En muchas ocasiones, esta conducta de dependencia es instrumental, es la forma que tiene el mayor de controlar el ambiente y, en los entornos residenciales, de controlar específicamente los contactos sociales con el personal. El tipo de conducta del personal puede inducir a la conducta dependiente. El exceso de protección puede conducir a que la persona de edad no utilice las habilidades que todavía posee, sobreviniendo entonces el declive de las mismas como consecuencia de la falta de práctica. No contribuir en actividades de la vida cotidiana, como es preparar la comida, lo cual requiere poner en marcha habilidades muy específicas, puede llevar a su deterioro. Del mismo modo, la ausencia de un entorno estimulador puede contribuir al desarrollo de conductas dependientes.

 

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