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AUTOINDULGENCIA BIEN
MEDIDA
Existen dos extremos que la
persona espiritual evita. Uno es el de la autoexigencia desmesurada y el
otro el de la inmadura autocomplacencia. La autoexigencia narcisista es
resultado de un ego exacerbado y de una perspectiva incorrecta de la verdad
y, a la vez, la autocomplacencia se vuelve resignaci ón,
desidia y permisividad mórbida del propio comportamiento o actitud. Ninguno
de los dos extremos pertenece al camino espiritual, sino que son actitudes
de alienación
ignorante.
La indulgencia es una actitud
de comprensi ón,
es la capacidad de estar lejos de recriminar y de culpar a las demás
personas o mostrar conductas inclementes. Es necesario aprender a ser
indulgentes con uno mismo; no inmaduramente autocomplaciente, pero sí
indulgente. Todos nosotros somos seres humanos, y precisamente por esto
todos cometemos errores, equivocaciones y faltas. No somos máquinas, ni
hemos sido diseñados para ser perfectos, de hecho somos criaturas en
evolución. Por eso, uno debe aceptarse a sí
mismo conscientemente, debe aceptar lo que es, y desde donde se encuentra
poner los medios para obrar adecuadamente.
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