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LA AUTOCONFIANZA
La
confianza en uno mismo está muy ligada a la comprensión de que
definitivamente tenemos algo con lo que contribuir a la vida, a través
de nuestra singularidad única. Cada uno de nosotros es único. A menos
que una persona tenga el sentimiento de contribuir, u ofrecer algo a la
vida, no puede ser realmente feliz. No podemos ser felices cuando
estamos simplemente tomando; sencillamente no funciona. Sólo podemos ser
felices cuando compartimos y ofrecemos lo mejor de nosotros mismos. De
esa manera no nos sentimos agotados. Cuando ofrecemos lo mejor de
nosotros de forma altruista, nuestra felicidad incrementa - cuanto más
damos, más recibimos. Empezamos a comprender que el bienestar de las
personas empieza cuando pueden contribuir con lo que son y lo que
tienen, a los demás.
Ser un verdadero ser humano significa disponer de los verdaderos
poderes espirituales, como el amor, la paz y la felicidad y llevarlos a
la vida diaria -no sólo como palabras o emociones sino realmente
manifestándolos en nuestro comportamiento. Por ejemplo, tomemos la
cualidad del amor. No es sólo un sentimiento de pasión, el tipo de amor
de Hollywood. Es mucho más profundo; es ser capaz de decir "he aprendido
del pasado"; es olvidar los agravios; es perdón. En lugar de enemistad o
resentimiento, mostremos compasión. Cuanto más sentimos compasión, más
nos amamos a nosotros mismos. El perdón es una medicina maravillosa
puesto que nos libera de los sentimientos de amargura. También es
maravillosa para la persona a la que perdonamos. El odio no justifica
nada ni libera a nadie del dolor, u otras emociones o sentimientos
negativos. Tenemos que aprender, olvidar y avanzar. Ésta es una terapia
garantizada.
El amor es sólo un ejemplo de los recursos espirituales que se
encuentran en el ser. Accediendo a estos recursos, nos convertimos en
mejores seres humanos. Requiere un poco de tiempo conectar con el ser de
esta manera, pero si mantenemos esta meta claramente enfrente, seremos
exitosos.
Practicar la meditación nos ayuda a alcanzar nuestras metas, porque
durante la meditación conectamos nuestro ser con la Chispa de la
Divinidad, que nos llena de poder y fortaleza. Cuanto más libres nos
volvemos, más confiamos en nosotros. Nos volvemos más estables
interiormente, somos capaces de controlar nuestras reacciones un poco
mejor y esperamos. No reprimimos nuestro ser. Más bien esperamos,
observamos, clarificamos y entonces controlamos nuestra reacción
(incluyendo, por supuesto, nuestra ira).
A medida que empezamos a hacer las cosas de manera más positiva y
compasiva, empezamos a crecer en nuestro propio auto-respeto y
autoconfianza. No queremos ser gobernados por nuestras emociones
negativas. Seguimos tratando con ellas, las reconocemos, intentamos
comprenderlas y disolverlas. No podemos pretender que no están ahí, pero
ya no somos más esclavos de lo negativo. A medida que avanzamos en
nuestro camino espiritual, aprendemos que no queremos lastimarnos, ni
queremos lastimar a otros. Nos volvemos un poco más cuidadosos. A veces
sabemos qué es lo correcto que hay que hacer, pero aún así no somos
capaces de controlar nuestras reacciones ni de actuar correctamente.
Sabemos, comprendemos, estamos de acuerdo pero aún así no podemos hacer
lo que es correcto. Después nos llenamos de culpabilidad y
arrepentimiento, por haber realizado lo erróneo. Perdemos nuestro
auto-respeto. ¿Qué podemos hacer entonces? ¿Dónde encontrar la fortaleza
para cambiar? En el silencio. En el silencio, somos capaces de encontrar
la fuerza para poner esos valores en la práctica.
El silencio es una gran terapia para sanar el ser. Si permanecemos muy
tranquilos y concentrados, ahorramos mucha energía, con el resultado de
que actuamos y hablamos menos. Con una regularidad diaria, la mente
necesita dirigirse a un espacio tranquilo para refrescarse y
reflexionar, de la misma forma que el cuerpo necesita paradas regulares
para el descanso y la nutrición. Ese refresco se produce cuando la mente
es capaz de recargarse, es decir, re-energetizarse y tener la fortaleza
de permanecer positiva, liviana y creativa. Reflexión es el tiempo que
nos damos para refinar nuestro entendimiento de forma que nuestra
interacción con los demás sea de la calidad más elevada.
A través de la reflexión, podemos cambiar nuestra manera de pensar,
sentir e interactuar. Cambiamos nuestra manera de ser de forma
voluntaria y sin dolor. Conocimiento sin silencio es como un pájaro
intentando volar con una sola ala. El silencio fortalece las capacidades
del ser y permite el reconocimiento y liberación de su potencial único.
En el mundo de hoy, el silencio es tan necesario para la mente como lo
es el oxígeno para el cuerpo. Necesitamos ese respiro espiritual que
sustenta nuestra vida de forma que ésta sea significativa y
satisfactoria.

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