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ANTIBIÓTICOS NATURALES
La creciente resistencia de las bacterias a los antibióticos químicos y los
efectos secundarios derivados de su mal uso, hacen que cada vez más no tenga el
efecto deseado.
Mientras que los
antibióticos utilizados racionalmente son indispensables en la práctica médica,
el abuso de los mismos tanto a nivel médico como en la agricultura está
produciendo generaciones de bacterias resistentes; las infecciones se agravan y
el paciente no se cura. Incluso ya se han detectado bacterias “indestructibles”
a las que no les afectan ningún tipo de antibiótico conocido.
La ciencia médica nos
advierte del empleo masivo e irreflexivo de antibióticos, que no sólo se han
convertido en productos químicos carentes de eficiencia, sino que tienen
notables efectos nocivos.
Las primeras señales de
alarma saltaron cuando varias centros hospitalarios anunciaron que la
vancomicina, un potente antibiótico, era incapaz de combatir el
staphylococus aureus, la bacteria responsable de muchas infecciones
hospitalarias. Ocurre lo mismo con la penicilina: un 40% de las cepas de
streptococus pneumoniae, causante de neumonías, meningitis y otitis se ha
vuelto resistente total o parcialmente a la misma. Más peligrosas aún se han
tornado algunas cepas de enteroccoccus
(capaces de provocar graves infecciones del tracto urinario y las válvulas
cardíacas), inmunes a todos los fármacos existentes en el mercado.
“Esta situación plantea
la desconcertante posibilidad de que llegará un momento en que los antibióticos,
como sistema terapéutico, tendrán interés sólo desde un punto de vista
histórico”, ha advertido el doctor Stuart Levy, experto de fama mundial sobre la
resistencia a las bacterias.
Fleming ya advirtió en
1945: “El abuso de la penicilina acabará provocando el desarrollo inevitable de
bacterias resistentes”. Y eso que entonces no se sabía que estos
microorganismos, además de comunicarse entre sí de forma inteligente, son
capaces de prevenir estratégicamente el ataque de otros medicamentos cuando se
hacen inmunes a uno. Así pues, cualquier intento de destruirlas está destinado a
fracasar tarde o temprano porque, por otra parte, según señalan los expertos,
“las bacterias producen una nueva generación cada veinte minutos y se
multiplican 500.000 veces más deprisa que los humanos”.
“Sin duda, tenemos un
grave problema”, observa Stephen H. Buhner, autor del libro Antibióticos
naturales. “la era de los antibióticos se ha acabado -afirma el mismo-. El
grado y velocidad de evolución de las bacterias son tan rápidos que los nuevos
antibióticos generan resistencia en pocos años, en lugar de las décadas que
necesitaban antes. Es un futuro estremecedor. Pero aún quedan unos rayos de
esperanza”.
Efectivamente, algunos
científicos señalan que si empezamos por reducir drásticamente el uso de los
antibióticos en la producción ganadera y avícola (los alimentos cárnicos, pollos
y huevos que nos venden están con frecuencia contaminados con bacterias como el
campylobacter
y la salmonela, ambas resistentes a los antibióticos) y limitamos su utilización
a los casos más graves para la salud, quizá podamos superar al menos parte del
problema porque... ¡los investigadores han descubierto también que cuando las
bacterias no topan regularmente con antibióticos, empiezan a olvidar cómo
resistirse a ellos!
Un retorno a las
prácticas agrícolas, ganaderas y médicas de antaño, así como una toma de
conciencia en relación con la importancia de mantenernos sanos y aprender a
fortalecer de forma natural nuestro sistema inmunitario, son nuestras mejores
armas para enfrentarnos contra estos microscópicos seres.
Por otra parte, el hecho
de que los antibióticos naturales no generen resistencias por parte de las
bacterias ya es suficiente para plantearse su empleo regular, pero no hay que
olvidar que, además, favorecen el proceso de regeneración epiteliar, estimulan
los mecanismos naturales de eliminación, promueven el funcionamiento de los
órganos en general, inhiben el crecimiento de los gérmenes patógenos y aumentan
las defensas del organismo, mientras que los antibióticos sintéticos suelen
bajarlas.
ALIMENTOS ANTIBIÓTICOS
PARA FORTALECER LAS DEFENSAS
Para reforzar el sistema
inmunológico es conveniente que nuestra dieta esté compuesta por alimentos ricos
en proteínas vegetales procedentes de LEGUMINOSAS (lentejas, garbanzos,
habas, alubias), GRANOS INTEGRALES (arroz, avena, maíz, cebada, amaranto
y quinoa) y FRUTAS Y VERDURAS debido a su alto contenido de vitaminas,
minerales y fitoquímicos, muchos del grupo de los flavonoides. Varios compuestos
de éste grupo poseen efectos antibióticos y antivirales. Entre las mejores
frutas para consumo frecuente podríamos destacar las ciruelas, ya que contienen
casi todas las vitaminas del complejo B, lo que las convierte en excelentes
antibióticos naturales. Los ácidos grasos poliinsaturados de su piel refuerzan
la protección de la membrana de todas las células del cuerpo, impidiendo así la
entrada de bacterias causantes de infecciones y enfermedades. También refuerzan
el sistema inmunitario y el corazón. Para prevenir las infecciones conviene
asimismo reducir al máximo el consumo de harinas, azúcares refinados, lácteos y
carnes. Su alto contenido en grasas saturadas y sus deficiencias de ácidos
grasos omega 6 y omega 3 ejercen un efecto negativo sobre las defensas y
favorecen las infecciones recurrentes. Existen además PLANTAS MEDICINALES
con poderosos efectos antibióticos directos o bien activadores de las defensas
que conviene consumir con cierta regularidad o utilizar expresamente como
alternativa a los antibióticos químicos cuando sea preciso.
Alimentos con elevadas
dosis de vitaminas como la A (retinol)
ayudan a mantener la
integridad de los epitelios, que es por donde penetra cualquier infección. Otras
vitaminas básicas son la E (antioxidante) ya que la oxidación celular
aumenta considerablemente durante las infecciones, y el ácido ascórbico o
vitamina C, que suele usarse asimismo en los procesos infecciosos porque
aumenta las defensas frente a los gérmenes. Otro nutriente importante para
ayudar al cuerpo a luchar contra la infección fabricando anticuerpos específicos
es el zinc, ya que disminuye la severidad de los síntomas y acorta la
duración del episodio infeccioso.
La inclusión de
prebióticos
(sustancias que se encuentran en alimentos como el trigo, ajo, melocotones,
cebolla, remolacha o las alcachofas), y/o probióticos (presentes en
alimentos como el yogur y leches fermentadas, ambos ricos en lactobacilos
acidofilus) en nuestra dieta diaria ayuda a equilibrar y mantener saludable la
flora intestinal y la vaginal, disminuyendo así la susceptibilidad de sufrir
infecciones de estómago, intestino y vaginales. Así mismo, los prebióticos y
probióticos son vitales en aquellas personas que están recibiendo tratamiento
médico con antibióticos, ya que reponen la flora intestinal y vaginal
(lactobacilos) destruida por estos, previniendo así la aparición de diarreas. En
general, tienen un importante papel como anticancerígenos, sobre todo contra el
colon.
CRUCÍFERAS Y LILIÁCEAS
Son numerosas las plantas
crucíferas y liliáceas que poseen un intenso poder antibiótico.
CRUCÍFERAS:
En este grupo cabe citar la MOSTAZA, EL RÁBANO, LA COCLEARIA y, en especial, el
BERRO. El consumo de 20 gramos de estos últimos permite obtener un potente
efecto antimicrobiano que persiste en la orina durante horas, gracias a los
compuestos azufrados especiales (S-metil y S-propilcistein-sulfóxido) que
contiene esta planta.
LILIÁCEAS:
A esta familia pertenecen AJOS, CEBOLLAS y PUERROS. Todos ellos contiene ácido
tiociánico-HSCN, cuya estructura química presenta complejos compuestos azufrados
con gran poder bactericida. Además de favorecer la actividad de las enzimas
involucradas en la desintoxicación del organismo, ayudan en el proceso de
curación de heridas, ejercen efecto antiinflamatorio y analgésico y en especial
el AJO y la CEBOLLA tienen un efecto anticancerígeno.
Otras plantas de
reconocida acción antibiótica frente a bacterias, virus y hongos son:
Árbol del té.
Equinacéa.
Jengibre.
Orégano.
Propóleo.
Regaliz.
Semillas de pomelo
(extracto).
Tomillo.
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