LA ANGUSTIA Y
EL TEMOR. REFLEXIONES
La angustia y el temor que producen tener que enfrentarse a ciertas
realidades desagradables han hecho que los hombres comparen la vida con
un juego de azar: nada está relacionado con nada, todo es una simple
casualidad, donde algunos salen ganando y otros perdiendo. Y así, en
esta “lotería de la vida”, apostamos cada mañana por nuestra suerte y
lloramos por las noches cuando la fortuna no nos ha favorecido. A los
propios defectos de falta de voluntad, indiferencia y cobardía
psicológica, se añade la disculpa fácil de un “mundo malo y cruel”,
contra el que el hombre nada puede hacer.
El
resultado aparece claramente: si vivimos en un desorden cósmico, donde los
acontecimientos siguen la única ley de la casualidad, ¿para qué
preocuparse por nada? La ciencia y el arte –por no hablar del rito
religioso– se reducen entonces a las “cábalas” necesarias para rasguñar
alguna parte de la suerte que la vida distribuye caprichosamente. Y, ante
los fracasos, jamás hay responsabilidad personal: la vida cruel y la
casualidad son los culpables de la situación, y la conciencia humana se
enquista más y más en la disculpa de la impotencia ante el destino.
La
Página de la Vida propone cambiar el concepto de casualidad por el de
causalidad, mucho más certero y comprobable en la Naturaleza entera. Un
juego de causas y efectos iría, pues, relacionando los hechos de modo que
la existencia sería una larga cadena, donde cada eslabón tiene su sentido
propio y de unión, tanto con el eslabón que le precede como con el que le
sigue.
No
hay hechos casuales. Todo viene de algo y se dirige hacia alguna parte. La
ciencia, inteligentemente, busca el porqué de los fenómenos que nos
rodean. Hay explicaciones para el día y la noche, para las distintas
estaciones del año, para el milagro de la germinación de una semilla, para
la gestación de la vida física, para el rumbo de los ríos hacia el mar,
para las nubes que se agrupan y luego se disuelven en gotas de lluvia…
Pero cuando se topa con el misterio, cuando faltan las explicaciones y
cuando es pobre nuestra comprensión, se prefiere la muletilla de la
casualidad inestable antes que conceder la presencia latente de una ley
causal que aún debemos desentrañar.
Cada uno de nuestros actos tiene una razón. Cada gesto, cada sonrisa, cada
lágrima, cada impulso de valor, cada sensación de fuerza interior, cada
sentimiento de compasión y amor, vienen de semillas de sus mismas
naturalezas. Y cada uno de nuestros actos también genera un efecto que
será igualmente de la misma naturaleza, en lógica concordia. El amor viene
del amor y genera amor; el odio viene del odio y genera odio.
Sin
casualidades y con causalidades, somos responsables de nuestros propios
destinos.
Y
tras el conocimiento de un mundo nuevo y mejor, debemos asumir el
compromiso de un hombre renacido y mejor, consciente y capaz de
construirse día a día en ese sentido superior.
REFLEXIÓN
Si
no comprendes la muerte, te puedes pasar la vida lleno de confusión.
Si
tu entrenamiento es el adecuado, no te atemorizará la enfermedad ni te
alterarás cuando la muerte llegue.
Si
tu cuerpo hablara, te diría: “Tú no eres mi dueño”… en realidad te lo está
diciendo todo el tiempo.
Si
no estás consciente de que tu aliento entra y sale de tu cuerpo, es porque
vives muy lejos de ti mismo.
Si
tu mente es feliz, serás feliz en cualquier lugar en el que estés.
La
mente es intrínsecamente tranquila. La ansiedad y la confusión no son
parte de ella.
La
mente no es como el cuerpo que tienes que moverlo para ejercitarlo. La
mente se ejercita aquietándola.
Aunque te escondas de los demás cuando haces algo indebido, siempre
estarás tu allí siendo testigo de lo que haces.
Escucha las enseñanzas con el corazón, no con los oídos.
No
te resistas al cambio, no puedes impedir que las cosas se modifiquen,
¿acaso puedes permanecer en una interminable inhalación sin exhalar?
No
digas que porque enfermaste no pudiste practicar. Si no practicas cuando
la muerte está cerca: entonces, ¿Cuándo lo harás?
No
creas que porque te sientas con los ojos cerrados estas practicando
meditación, meditar es mantener plenamente atención, sin importar si estas
sentado, caminando, de pie o acostado.
No
viajes desesperado tratando de buscar lugares de mucha espiritualidad, lo
que realmente buscas está dentro de ti.
No
practiques solo cuando estés llego de energía y de humor para hacerlo. Es
en los momentos de mayor desgano y de menor interés cuando más necesitas
meditar.
No
se medita para obtener algo, sino para quitarse cosas de encima. Medita
con desprendimiento, no con deseo. Que tu practica te ayude a dejar ir, no
a incrementar tus apegos.
La
paz no está en la húmeda frescura de los bosques ni en la cima de las
montañas, ni en el interior de las cuevas. La paz que buscas se encuentra
en el mismo lugar en el que habitan la agitación y el sufrimiento.
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