La aceptación, el
pesimismo, y el optimismo.
Es importante comprender que desear lo que se tiene es una filosofía
esencialmente optimista. La aceptación puede ser optimista o pesimista, pero
yo sólo propugno la de tipo optimista.
Debo explicar esto un poco más.
Es preciso aclarar, en primer lugar, el significado de "optimismo" y de
"pesimismo" y comprender sus consecuencias.
La premisa básica de que las personas se depriman surge de dos condiciones.
En primer lugar, sufren uno o varios episodios de estrés abrumador e
incontrolable. En segundo lugar, eran pesimistas antes de que sucedieran los
hechos que provocaron el estrés, o bien los hechos que provocaron el estrés
destruyeron su optimismo, convirtiéndolos así en pesimistas. Las personas
que han perdido su optimismo pueden recuperarlo utilizando métodos
cognitivos bien conocidos, algunos de los cuales se encuentran con facilidad
en libros al alcance de todos. Cuando las personas recuperan su optimismo,
se recuperan de la depresión.
Los términos optimismo y pesimismo describen el modo en que las personas
interpretan las cosas buenas y malas que les suceden.
Los pesimistas creen que probablemente no resolverán nunca sus problemas, y
suponen que sus problemas son consecuencia de sus propios fracasos y
defectos personales, que tienen por imposibles de cambiar.
Los optimistas creen que sus problemas son temporales y que se deben a la
mala suerte o a circunstancias incontrolables. Los optimistas creen que sus
problemas se resolverán con el paso del tiempo, o que ellos mismos
resolverán sus problemas. Cuando los optimistas advierten que ellos mismos
tienen defectos o faltas, suponen que son capaces de mejorarse a sí mismos.
Sería fácil presentar imágenes distorsionadas, caricaturas, del optimismo o
del pesimismo. Ni el optimismo ni el pesimismo tienen nada que ver con la
inteligencia ni con el sentido común. Ambos son estilos explicativos que
pueden ser utilizados por personas razonables o desorientadas, inteligentes
o necias. Los optimistas a los que amputan una pierna no esperan que les
vaya a crecer otra. Los optimistas que pierden a un ser querido lloran su
pérdida como todo el mundo, y no esperan que vaya a resucitar.
Por el contrario, el optimista que ha perdido una pierna esperará que su
vida siga siendo tan interesante y tan agradable como siempre, a pesar de su
nueva situación; supone que se le ocurrirá la manera de resolver los
problemas que le plantee el hecho de tener una sola pierna. No se culpará a
sí mismo de manera poco razonable por el accidente que condujo a la
amputación. La optimista que ha perdido, digamos, a su madre, esperará
llorarla durante un tiempo razonable, hasta que el dolor se resuelva
convirtiéndose en una dulce nostalgia. No se culpará a sí misma por la
muerte de su madre, ni se condenará a sí misma por el hecho de que la vida
de su madre no fuera tan feliz como podría haberlo sido.
Del mismo modo que es posible distorsionar el optimismo y el pesimismo hasta
convertirlos en caricaturas ridículas, lo mismo se puede hacer con el deseo
de lo que se tiene, o con la Compasión, la Atención o la Gratitud. Lo mismo
se puede hacer con la aceptación.
Desear lo que se tiene no quiere decir que si uno se cae en un pozo negro le
tenga que gustar. La aceptación no quiere decir que si uno tiene la nariz
como un colinabo deba rechazar la cirugía estética.
El deseo de lo que se tiene, así como la aceptación, son unas posturas
esencialmente optimistas, cuando se comprenden debidamente.
Si usted se cae en un pozo negro, intente salir, y si no puede salir, grite
con todas sus fuerzas hasta que alguien lo rescate. Cuando todo haya
acabado, si usted es un pesimista, pensará: "¡Negra suerte! ¡Vaya donde
vaya, siempre me pasa algo increíblemente humillante! Supongo que estoy
gafado. Mis amigos y mis familiares no se cansarán nunca de contar esto; y
tampoco es que cambien mucho las cosas. Todos me tienen por tonto, en todo
caso. Probablemente tienen razón."
El pensamiento pesimista de este tipo se opone flagrantemente a la
Compasión, a la Atención y a la Gratitud.
Si usted es optimista, pensará: "Caramba, ¡qué suerte he tenido de que
alguien me oyera gritar! ¡Dios mío, qué bello es vivir! No sabía lo
peligroso que podía ser un pozo negro. ¡Es un error que no volveré a cometer
jamás!"
Si usted practica la Compasión, la Atención y la Gratitud, puede adornar su
reacción optimista tras la experiencia en el pozo negro con la Compasión
hacia todas las demás personas que han caído en pozos negros, con la
Atención (evitando juicios de valor innecesarios sobre el olor que usted
desprende) y con la Gratitud por haber sido salvado.
Si usted tiene la nariz en forma de colinabo, hágase la cirugía estética,
sin dudarlo. Si la Seguridad Social o su seguro medico no la cubre, empiece
a ahorrar. Mientras ahorra el dinero, viva según los principios de la C, A y
G. Haga lo mismo mientras se prepara para la operación, y mientras vuelve a
entrar en la vida con una bonita cara nueva. Si usted es demasiado pobre
como para albergar grandes esperanzas de ahorrar lo suficiente, viva según
los principios de la C, A y G. Le ayudará a encontrar la serenidad en lo que
respecta a su cara. Si usted recibe unos ingresos inesperados, su serenidad
no tiene por qué impedirle que se haga la cirugía estética.
Si tiene un problema que no puede resolver inmediatamente, no suponga que no
encontrará nunca una solución. Déjelo en situación de espera, mantenga
abiertos los ojos y los oídos en busca de una posible solución, y siga
viviendo con Compasión, Atención y Gratitud.
Surgen algunas dificultades en relación con el problema de la aceptación en
la psicoterapia. Si el cliente o el psicoterapeuta son eminentemente
pesimistas, es posible que busquen la aceptación inadecuadamente, cuando
resultaría más oportuna la resolución de problemas. Es posible que se busque
una aceptación permanente cuando sería más pertinente la aceptación
temporal.
Con un poco de suerte, las personas pesimistas pueden aprender optimismo
practicando la C, A y G. Si siguen siendo pesimistas, no es probable que la
práctica de la C, A y G les cause ningún daño, pero es muy posible que no
les brinde ninguna satisfacción. Del mismo modo, los pacientes de
psicoterapia pueden volverse más optimistas si aprenden algo acerca de la
Compasión, la Atención o la Gratitud. En caso contrario, es probable que se
deban posponer los estudios de la aceptación y la enseñanza ulterior de la
Compasión, la Atención y la Gratitud hasta que el paciente aprenda a ser más
optimista.
Yo espero que el optimismo combinado con la C, A y G, resulte más efectivo
que el optimismo por sí solo. Las personas a las que, de otro modo, resulta
difícil volverse optimistas, pueden descubrir que la práctica de la C, A y G
es un camino alternativo que conduce al mismo destino. |